Cuando buscamos un consejo, la elección del consejero requiere una atención rigurosa. Una cosa es el conocimiento que adquirimos deduciéndolo de palabras; y otra, el conocimiento que resulta de la suma de acciones que hemos hecho para adquirirlo. Un curandero no debe recomendar una acción que él mismo no es capaz de cumplir. Algunas personas, por miedo o pereza de trabajar en sí mismas para conocer su auténtica naturaleza, sintiéndose mutiladas de su tesoro interior se inventan creencias, sentimientos, deseos y aspiraciones, mintiéndose sin cesar. En todas sus relaciones aparentan ser lo que no son. A causa de esto, en cuanto se encuentran frente a una persona verdadera, se inquietan y tratan consciente o inconscientemente de dañarla. El mejor modo de hacerlo es dando «amistosos» consejos, que son empujones hacia una vida falsa y, por eso mismo, destructiva. A pesar de todo, con lo que consideramos «nuestros defectos» podemos llegar a realizarnos.
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Alejandro Jodorowsky
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