No
es fácil. Ignorar lo que no favorece nuestro crecimiento personal
requiere a veces cortar vínculos. Y más aún, reformular incluso
nuestras actitudes. De ahí que se necesite también de un pequeño acto de
valentía.
Si eres una persona débil
buscaras venganza a tus despechos, si eres fuerte serás entonces capaz de
perdonar. Ahora bien, si eres sabio te limitarás a ignorar lo que no vale la
pena para disfrutar cada día de tu vida.
Debemos
tener muy claro que ignorar no es de débiles, que no supone ni
mucho menos no hacer frente a determinadas situaciones. En ocasiones, lo más
acertado es ignorar, dejar de dar relevancia a algo que no debería tener tanta
presencia en tu vida.
Ignora
los desprecios. No eres tú, no te definen, quita relevancia de tu vida a
la persona que te los dirige. Camina ligero.
Ignora
a quien practique el egoísmo, a quien nunca fue como pensabas, a quien te trae
tormentas los días de sol. Ignora a quien te quite la sonrisa. Asume el
adiós, y deja ir para andar ligero.
Ignora
los miedos que ponen muros en tus sueños, los prejuicios y actitudes propias
que te impiden coger ese tren que siempre pasará para ti. Desactiva los
pensamientos limitantes y corre ligero rumbo a esos proyectos que sin duda
mereces…
Atrévete. Atrévete a ignorar
lo que no vale la pena para entornar la cerradura de la felicidad.