SI, QUIERO...
Aprender a ser, pero realmente ser en eso que te mueve, es ser consecuente. La vida y el paso que hagas por ella, si actúas consecuente y noblemente, siempre te llevará al lugar correcto. Al bueno, donde tú puedes ser mejor, más consciente, aquél lugar en que podrás brillar con tu propia luz.
Hace un poco más de un mes y medio, tomé una decisión que no cualquier mujer ordinaria se atrevería a tomar, no al menos una mujer madura, madre y relativamente cuerda. Eso al menos creo...
En ese mes y medio que transcurrió, han pasado por mi cabeza mil temores: debo hacerlo??, debo dejar todo, la comodidad, lo conocido, mi hogar, aquello que me da seguridad??... Qué miedo!!, y sin embargo..., y sin embargo la llama que me impele a inmolarme en ese firme propósito, sigue prendida. Es como si la real, esa Mónica que habita en este cuerpo, la sutil y clara, supiera siempre lo que debe hacerse, sentir y por donde caminar.
Y hoy, no sé por qué, tal vez que es fin de Agosto, o porque comprendí algo más de los seres humanos que viven enlatados en jaulas de tabique dimensionadas, o simplemente porque me vestí de azul, pero tuve la certeza de que todo saldrá tal y como debe, tal como y debe ser en el angosto camino por el cual solo algunos seres pueden transitar ese estrecho camino de retorno.
Hoy, después de que llegara esa certeza a mí, volví a saberme, (se entiende lo que realmente es saberse??, pues comprenderse desde un punto, porque existe en el centro de algún lugar importante de tu cuerpo, hasta el último átomo que te conecta con el mundo), si, en ese instante me supe completa.
Bueno, en ese saberme, volví a sentirme con todo mi espíritu en el diminuto espacio que me guarda este misterioso órgano llamado corazón, si, aquél aparente órgano que contiene mi cuerpo y me conecta al cosmos.
Hoy, curiosamente, ya no hay más miedo, ni temor, ni desasosiego; el camino de un ser humano no es otro que aquél que va rompiendo con el siguiente paso.